viernes, 15 de agosto de 2014

Diálogo con el hígado enfermo de mamá


Hablé con el hígado que tiene mi madre. Le pregunté... ¿Porqué, porqué te estás dando por vencido?¿ Porqué has traicionado la salud de una mujer con tan noble corazón? 
Su corazón escuchó que le había mencionado. Y de inmediato me dijo: Tranquilo hijo, todo lo visible tiene un final, se acaba. Ya el hígado no puede producir las proteínas ni las defensas que los demás órganos necesitamos. Incluso yo también ya estoy cansado. Pero eso sí te repito, todos hemos permitido dentro del cuerpo ahora debilitado de mamá, que por varios años el alma de ella deje una huella de amor, que no tiene final. 
Entonces su boca pidió hablar. Expresó que sólo Dios tiene la última palabra y que la fe era el único órgano invisible del cuerpo. El oído escuchó lo que boca hablaba y le pidió a la lengua que me dijera, que en el silencio al universo escuchara... El universo entonces me susurró... No juzgues ni al hígado, ni al corazón, ama, protege, bendice, comunícate y se agradecido con tus propios órganos. Ellos también preguntan, ellos también responden , ellos también te aman, y algún día con el alma que cuidan llegará la despedida.Y el universo terminó afirmando... Pura y perfecta es como viene la voluntad de Dios. Pídele a tu mente que la piense, a tu boca que la alabe, a tus oídos que la escuchen y a tu corazón que la aclame. Tu hígado y el de tu mamá, te lo agradecerán.

Por Javier Suárez (Js)

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