miércoles, 29 de abril de 2020

Pensamientos en cuarentena.

Pensamientos en cuarentena.

Si tu imagen se borrara primero o si la mía se desvanece antes... ( ? )

lunes, 27 de abril de 2020

Todo lo que veo es bueno cuando lo observo con sentimientos positivos



Todo lo que veo es bueno cuando lo observo con sentimientos positivos. Diferentes nubes, la misma fe. 

Desde el balcón mi ser aprendió una acogedora lección, todo lo que veo es bueno cuando lo observo con sentimientos positivos. 

Al asomarme desde tal mirador contemplo un paisaje acogedor para mis sentidos, bueno si así lo decido, porque podría ser todo lo contrario. Es como un fotografía rectangular. En la parte inferior de esa imagen una mezcla de numerosos edificios en construcción combinada con decenas de torres de apartamentos nuevos y miles de techos de hogares ya viejos. 
En la parte superior un cielo que algunas veces se muestra claro, despejado, y otras totalmente opuesto. 
En medio de las dos anteriores descripciones, surge una cordillera inmensa que a la ciudad atraviesa sirviendo de orilla. Una Montaña maquillada con una tonalidad verde celestial y a la vez por una creciente sombra de erosiones, deforestaciones y crecimiento urbano. ¿Es ello bueno, es ello malo?

En realidad es relativo. Muchas veces he tenido frente a mis ojos paisajes hermosos que jamás admiré, que nunca disfruté. Algo imposible de lograr cuando tenemos en el corazón sentimientos de odio, miedo, incertidumbre, envidia, rencor, desilución, negativismo, vergüenza, autojuicio, baja estima y todo lo que se le parezca. Se puede estar parado en el mejor balcón con la vista más espectacular y dicho panorama será invisible siempre,  para aquel que aunque vea perfectamente se niega a mirar.

Sin necesidad de tener un balcón muchas personas desde donde están, se encuentran gozando de la gran energía que regala una bendición cuando se le contempla. Sin duda alguna, esas personas están experimentando emociones muy positivas en el momento. Tienen más fe que temor. No les importa lo que de ellos los demás digan, sino lo que de sí mismo cada uno piense, y cómo se sienten con relación a eso. No por soberbia, sino por libertad. Recordar, aceptar y agradecer que somos hijos de Dios, nos dá el impulso necesario para comenzar cada vez que debamos hacerlo, así sea más de mil veces al día. La otra opción sería pensar, sentirnos indignos de ser príncipes celestiales y comer por siempre la mierda que hemos creado como víctimas del Universo. 

Quienes contemplan en sus paisaje las bendiciones que tienen, agradecen mucho más de lo que piden. Piden a Dios una vez y lo dan por hecho. No se vuelven oradores compulsivos que gritan y gritan sus necesidades, hablan y hablan sin parar de sus miedos. Son gente que escuchan en el silencio la voz de Dios, que sus mentes no están la mayor parte del tiempo pensando en lo que fue, en lo que no fue o en lo que será, sino que observan sin juzgar lo que es. Y a partir del momento y de la situación en la que se encuentran, deciden hacia dónde quieren ir, entregando al Creador sus deseos, y con absoluta confianza en el poder del universo, se relajan un poco y gozan del camino ya sin preocuparse de la meta.

... Y el camino tiene obstáculos como cielos oscuros o claros el paisaje desde mi balcón. Pero tanto la nube negra como el cielo despejado son bendición, cuando dejamos que Dios mire a través de nuestros ojos. Cuando recordamos que Dios está en el trono,  resulta confortable afirmar con fe, que pase lo que pase, todo está bien. 

Ayuda mucho el dejar de autojuzgarse. Ayuda mucho recordar y aceptar nuestro origen divino y por ende un final igual. Final que solo es un nuevo y mejor comienzo en la variada eternidad. Ayuda mucho perdonarse a sí mismo primero, después a lo demás. Luego el ya dado perdón de Dios nos hará verdaderamente libres. Ayuda mucho agradecer, alabar más que orar. Vivir más que sobrevivir. Bendecir más que envidiar. Callar más que murmurar. Ayuda mucho amarse primero a sí mismo, para luego amar a los demás. Ayuda mucho agradecer lo poco que nos esté haciendo feliz, en vez de enfocarnos en lo mucho que creemos necesitar. De tabla en tabla se puede hacer una enorme escalera de fe, que sobrepase el muro que nos está en el miedo frenando. Si crees o no, de cualquier forma tienes la razón. 

Por JSusurro 

lunes, 6 de abril de 2020

Una misa extraña, un miedo latente, una fe vigente.




Por mi horario de pico y cédula salí con tapabocas a la tienda. Observé como el Ejército instalaba un pequeño púlpito en el separador de la avenida. Recordé que era el inicio de la semana mayor. El inicio de una Semana que de debe ser ahora más Santa que nunca.

El sacerdote católico invitaba a las personas a participar de la eucaristía desde sus balcones. Los mismos que le han dado respiro a los pulmones agobiados por un aislamiento necesario pero estresante. Poca gente lo hizo. Fue una misa extraña.  El miedo era latente, a la vez  la fe seguía vigente.

Impactante tal instante. De aquellos hechos que si se sobrevivo, los recordaré tranquilamente, deseando obviamente que la humanidad no vuelva a experimentar tal zozobra, aunque se la merezca, aunque ella misma la genere.

"La pandemia del coronavirus es cruel, pero más cruel es la pandemia de la poca fe" pronunció el sacerdote, haciéndose oír por medio de poderosos amplificadores de sonido. Su frase coincidía con lo que he experimentado estos días, episodios de pánico, de angustia, de una desesperanza que asfixia tanto o más que el virus, y de los cuales he escapado respirando fe.

Dios está en el trono, me he repetido calmadamente mientras el miedo busca contagiar mi espíritu. Dios conmigo nada contra mí. Estoy a salvo en sus manos. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece... y entonces poco a poco esa agonía macabra desaparece. Sigo respirando lenta y profundamente. Medito después; si a Dios ya le entregue el control de mi vida, mis miedos, mis valentías, mis vergüenzas, mis deseos, entonces no debo seguir temiendo. Pase lo que pase, bajo su santa voluntad todo está bien. Eso es fe. Se tranquiliza mi alma, mi cuerpo cesa de experimentar esos raros escalofrios, mi mente se aplaca y disminuyen mucho los pensamientos negativos.

Volviendo al tema de la misa, otra escena, que aunque triste fue más divina... El cura repartiendo la comunión a través de las rejas y a las pocas personas que conservando la distancia prudente, se retiraban los tapabocas brevemente.

Luego la bendición final y de nuevo al aislamiento físico, pero no espiritual. No olvides que... Dios contigo, conmigo, pase lo que pase, todo está bien. Si crees tienes la razón, sino crees, también la tienes.

Por Javier Suárez (Susurro)

lunes, 30 de marzo de 2020

Los sentimientos necesitan reposo



Por Javier Suárez/ susurro12
Escrito en el 2013

Hoy estoy entendiendo las ventajas de la soledad. Al final, esta resulta siendo una excelente compañía. El camino "equivocado" que nos puede llevar a un punto correcto. La experiencia "triste" que genera alegría. La oportunidad de conocernos a sí mismos, más que el espejo a nuestros cuerpos. Soledad... Creo que es mejor llamarla "reposo".

Almas inquietas por el valor o el miedo. Corazones fortalecidos o por el mismo amor heridos. Egos desnutridos por la desilusión o súper alimentados por la ambición. Todos y todo necesitamos reposo. O mejor dicho, algo de soledad.

Es en soledad cuando nuestro ser encuentra con quien hablar. Si sabe escuchar la voz de Dios oirá. Si solo oye su propio grito el eco del tormento hará su ruido. Es en soledad cuando las ideas suelen ser más brillantes o las conclusiones muy oscuras. Si en soledad la soberbia es la compañía, no habrá reposo ni de noche ni de día. Es entonces la condición perfecta para preguntarnos y respondernos. ¿Cómo nos estamos sintiendo? ¿ Porqué estamos así? ¿ Es lo que queremos? ¿Qué camino seguir? - Con respiración profunda y lenta en reposo encontraremos respuestas, la sabiduría para entenderlas, y la fe para aceptarlas e incluso transformarlas.

Ay de quienes con afán buscamos algo que hacer o con quien estar para esquivar estar solos. Pues perdemos la oportunidad de hacernos a sí mismos compañía. Se podría estar entre multitudes danzando, durmiendo con alguien a nuestro lado. Tener muchos amigos, contar con muchos empleados. Ser simpático o esquivo, Joven o viejito, altos o bajitos, feos o bonitos, la soledad no discrimina. Es un regalo que nos da la vida. Una pesadilla que no termina. Depende en realidad de lo que con ella se haga. Reposar en soledad es la mejor alternativa. Sirve para recargar energías. Gozar de la infinita libertad que dicha prisión brinda.

Como escribió en uno de sus libros mi gran amigo y colega Paulo Coelho. ¡ Jajaja! Como quisiera que ello fuera cierto y ser amigo de tan gran pensador y maestro. ¡Bueno!!!! en soledad así lo pienso, y creo que sin conocerlo, por medio de sus letras somos ya grandes amigos. Ven, la soledad ayuda a convertir en positivo muchas cosas que tenemos en negativo o al revés. En fin. ¿ En qué estábamos? Ah ya, en lo que escribió Coelho con relación a la soledad: " Y, para aquellos que no se dejan asustar por la soledad que revela los misterios, todo tendrá un sabor diferente. En soledad descubrirán el amor que podría llegar inadvertido. En soledad, entenderán y respetarán al amor que se marchó. En soledad, ellos sabrán decidir si vale o no la pena pedirle que vuelva o si deben permitir que ambos sigan un nuevo camino".

Dejé de temerle a la soledad, de rechazarla, de disfrazarla, de ocultarla, de desaprovecharla, y ahora que es mi cómplice he hallado más amigos, nuevas experiencias, mas valor. Sé más de mí. Estar en soledad, en condición de su amigo, nunca será un tiempo perdido.

Los pedos de la fe


A mi puerta, o mejor, al timbre de mi hogar se pegaron dos testigos de Jehová. Timbraron una, dos, tres, cuatro veces. Me asomé con sigilo por la ventana. Muy pendiente de que no se percatarán de mi presencia. Y lo estaba logrando hasta que… se me salió un gas. Un pedo de esos que suena como trombón, que desconcierta con su poderoso y desentonado rugir, incluso hasta a los perseverantes testigos de Jehová.

Timbraron con asombro una vez más. Entonces les grité desde el interior "Jesús no está aquí, ha resucitado. Por eso han sonado las trompetas". No se rieron pero finalmente se retiraron. Continuaron en la casa de al lado. Les juró que aquel ruido intestinal no fue voluntario. Pues es que aveces llegan visitas justo en el instante menos indicado. Maestros cuando el alumno no está listo. Consejos cuando nadie los está solicitando. … En fin.

Y así de inoportunos somos muchos aveces o casi siempre. Sobre todo en temas de religión, amor y cultura. Decimos a otros que nuestras creencias, nuestros sentimientos o costumbres son la única razón, y vamos hasta sus hogares, sus trabajos, con nuestros libros, con nuestros consejos, con nuestra música, con nuestros deseos, soberbia y sabiduría, buscando a "timbrazos", a gritos, con sobornos emocionales o con parlantes a todo volumen, el ser invitados a pasar. Que nos den la oportunidad de convencer, incluso de imponer nuestro estilo de credibilidad.

Por ello pido perdón a Dios, de rodillas, de pie, sentado o acostado, en un templo, en el desierto, en el bosque o entre el tráfico, pero con el corazón de tanto ego cansado, por las veces que como hijo, que como padre, que como pariente, que como hombre, como periodista, que como poeta, como creyente he querido dejar a otros con la boca abierta y sus mentes atormentadas, manipuladas, sus corazones desconcertados o enfadados.

Es entonces esa tóxica vanidad espiritual, académica, estética, moral, social, ideológica… como gas, ese pedo atravesado que, si bien debe salir, lo hace en los instantes, escenarios menos apropiados, de la forma más inadecuada y frente a quienes en vez de acercar, alejamos.

Pido a Dios perdón por mi arrogante orgullo y por pensar que la luz de su enorme sol no brillaría sin la llama de mi vela. Qué su visible e invisible obra y amor necesitan de mi obstinada defensa. Pido perdón a la fuente de creación por no fortalecer en mi existir el 'arte de permitir". De permitirle con amor a los demás ser como son, respetar su pensamiento. Su música, su libre albedrío.
Si cada quien se permite ser en PAZ aquello  que predica, ser en PAZ aquello en lo que cree, nadie tendría que convencer a nadie. El alumno cuando estuviera listo haría aparecer al maestro. El maestro entendería que nunca se para de aprender. Es decir… los pedos, ni en la fe, serían gases molestos.

Con afecto:
Javier Suarez
susurro

No te culpes por tener miedo...


Reconocer que tenemos miedo no es perder el valor. Pues se necesita de mucho coraje para aceptarlo.  Maquillar esta emoción con frases positivas sin sentirlas o expresiones negativas bajo enojo; con oraciones angustiosas o cánticos alegres entonados con zozobra;  con culpas y juicios por el pasado, con expectativas por lo que viene; con sonrisas fingidas o llantos imparables... sólo aumenta la profundidad de tal temor.  No cambia en nada a nuestro favor  la situación.

Hay que dejar fluir todo, sin aferrarnos a nada. Salirnos mental y emocionalmente de esa corriente de angustia que nos arrastra hacia el pánico, si se lo permitimos.  No se trata de que ese torrente nos lleve a donde  quiera,  ni de nadar contra esa fuerza  agotando en vano las nuestras. Tampoco se trata de ignorar. Observar es la cuestión, desde nuestro corazón. Observar cómo ese miedo en forma de caudaloso río avanza,  y sin sumergirnos en el, y sin huir de sus aguas, solo observando, como un espectador neutral, le quitamos a la mente mucha fuerza negativa y podremos entonces contemplar como esas aguas turbias se alejan, mientras las de nuestra fe se aclaran. Pues es en la calma, en el silencio que nuestros espíritus escuchan al Creador. Se comienza a experimentar una paz interior acogedora, muy poderosa. La mente se desconecta de las culpas, de las lamentaciones del ayer, se desenchufa de las expectativas inquietantes del mañana. Se ancla en el ahora promoviendo una seguridad milagrosa, ajena al resultado final. Surge una conciencia de que todo en manos del Creador está bien. De que todo está bien con uno; De que todo lo creado contra ti, contra mí, no prospera. pues Dios contigo, conmigo... Nada ni nadie encontra de nosotros; Que todo se puede en nombre de Cristo que nos fortalece.  Vivir o morir...Ya no es miedo, es fe. 

Por Javier Suárez , Susurro.


'Si crees, tienes la razón. Sino crees, también la tienes' (Anónimo)



domingo, 22 de marzo de 2020

Vivir o morir, pero con fe.


El temor que en mí desata la pandemia del Coronavirus, ha hecho, contradictoriamente, que también se desate mi valor.  No tengo el control de la situación en general. Lo que sí tengo es dominio sobre mis emociones frente a ello.
Elegir, sigue siendo el tema. Miedo y derrota. Pánico y desesperanza- o miedo y fortaleza,  Angustia en calma. Vivir o morir pero con Fe.

La fe es poder. No es la repetidera fastidiosa de una oración, dicha en la mayoría de los casos con enojo, desespero, sin entender muchas veces lo que se dice.  Tener fe es nuestro privilegio, no la obligación de Dios. La fe es antes del actuar de Dios. No obstante por siglos hemos esperado lo opuesto. La fe es dar por hecho lo que aún sin tenerlo se agradece.  La fe es sentir que todo está bien, pese a que la tierra tiemble.

Hoy he decidido que aunque tenga miedo, no es el pánico lo que ocupa el trono. Dios es el que reina. De quién se tenga en el solio o aquello que le permitamos que lo ocupe, depende la dirección de nuestra vida.  En lo personal, casi nunca he reconocido con sincera humildad que Dios es el Rey, aunque he ido a misas, cultos, retiros, aunque le digo a muchos constantemente que el Señor les bendiga. Aunque he rezado rosarios y padres nuestros por montón...

Hoy no me apego a la vida, ni me aferro a la muerte. Le entrego a Dios el control. Si sobrevivo o fallezco, llegaré al final de mis días, viviendo el momento con la calma de su amor, que se manifiesta incluso entre lágrimas y dolor.  A quienes tienen fe y a quienes no la tienen, a todos nos llueve por igual. Pero al final quedará en pie y triunfante, quien sobre la roca de la fe construya su hogar espiritual.

Hoy decidí mantenerme informado del Coronavirus pero sin ahogarme en el tema. Decidí escribir de nuevo, algo que siempre me ha gustado, y que casi nunca he usado como don. Hoy decido dejar a Dios actuar sin decirle, sin gritarle qué debe hacer. Le expongo con respeto mis anhelos y en sus manos los dejo, con la seguridad, que su voluntad trae bien, así se cumplan o no mis deseos. Una voluntad que al ser aceptada y bendecida, trae una paz mágica, aun cuando dificultades acechan.   Hoy dejo de juzgarme por lo que no soy o por lo que fuí. Hoy me acepto como soy, me perdono y me empiezo a amar. Lo mismo hago con relación a los demás. Hoy reconozco que Dios todavía es mi alfarero, que sigue moldeando mi ser. Y que aunque su obra en mí no esté finalizada, su hijo siempre seré.

Es tiempo adecuado para que dejes fluir lo mejor de ti. Escribe, pinta, cocina, canta, decora, limpia, que se yo... Todos tenemos algo que nos ayuda a sentirnos bien y al mismo tiempo, ser algo útiles. Vivir o morir, pero con fe.

(Por Javier Suárez- Susurro )