47 segundos tuve en mi mano su mano. Tiempo suficiente para quedar por siempre impactado. Jamás había sentido tanta suavidad, ni en los tiernos pétalos de una flor primaveral, ni en la superficie cristalina de un cálido mar. ¡Oh, Dios! me condenó tan interesante mujer, a inmortalizar en mi epidermis su delicada y tibia tez. Sus huellas digitales tatuaron mi alma.
(JS)
QUE MARAVILLA,UN AUTOGRAFO POR FAVOR!!!!
ResponderEliminarsimplemente hermoso !!!
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