martes, 12 de julio de 2011

Tristeza te saludo con alegría


"Tristeza te saludo con alegría"... (?)... Debo de estar o muy triste o muy alegre para ponerle a mi nota un título tan absurdo o contradictorio como este. Pero la verdad es que no estoy ni fu ni fa. Es decir ni contento ni afligido. Pero al ver las fotos de la agencia de prensa EFE y en ellas el rostro agobiado de los familiares que esperan noticias de sus seres queridos, luego del naufragio de un barco turístico en Rusia, no pude evitar pensar en los instantes de tristeza que me ha tocado vivir y en aquellos que me tocará experimentar.  Pues el ser positivo o ser un ser de fe, no necesariamente te evita  por nostalgia llorar o  la felicidad por momentos perder. 

En mi caso, es curioso, pero no lo apropiado, que sea la tristeza la que me ayude a madurar. Es en aquellos espacios de gran dolor, miedo, angustia, preocupación, que mi espíritu avanza hacia la sensatez, mi mente apunta a la reflexión y hacia la serenidad señala mi fe. ¡Claro! luego de comerme las uñas hasta el final y terminar con un  dolor de cabeza que hasta los pies me hace temblar. 

Las personas de las fotos tienen un motivo para sentirse compungidas. Yo, en algunas ocasiones...¡Bueno! en varias oportunidades  en la tristeza me he sumergido sin que en ella tenga que estar nadando. Me explico: Es decir sin razón aparente resulto atribulado. Debo reconocer que le aplico mucha mente a las cosas, sobre todo a aquellas que no coinciden con mis deseos.  Y lo que sí resulta verdaderamente triste es que cuando el tiempo transcurre muchas de esas "preocupaciones" desaparecen sin dejar los estragos que antes yo había pronosticado. En su lugar quedan las consecuencias que sí dejan tanto mi ansiedad como el nerviosismo, mi pesimismo y pensamiento apesadumbrado. Es más, en diversas situaciones esas tales preocupaciones sólo en mis miedos existieron. Le he entonces robado a mi vida valiosos instantes de posible alegría y a mi presente la oportunidad de crear un futuro NO incierto. Ya que el HOY es la entrada al mañana.

Cuando en realidad se tenga que llorar pues ni para que usar pañuelo. Pero si la aflicción sólo tiene el tamaño que tú le has puesto, por favor, no le robes a la alegría un valioso tiempo. No te inventes los problemas. No los agrandes por tu propia cuenta. No te ahogues en un vaso con agua ( ¡Qué frase tan original... ¿Verdad?) .  En fin, a veces ni yo entiendo lo que escribo. Palabras más, palabras menos... Lo que quiero decirte es que no seas un ser pendejo. Abraza, bendice, contempla, lo poco o mucho que dicha te ofrezca. Y en lo posible con alegría o mejor, con resignación y esperanza saluda a la tristeza, así nos dejará menos dolor y más experiencia. 
Por Javier Suárez (JS/ Js)





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