lunes, 18 de abril de 2011

No me pidas que apague la luz...


Llegará la hora de aquel encuentro. Con la piel sin ropa nos amaremos. Haremos lo que queríamos, cuando vestidos rozábamos nuestros cuerpos. Será especial. Una cita de pasión pactada por el deseo.  Una prueba de amor o un instante de bendito sexo. Sea lo que sea, ambos pediremos, juntos daremos, los dos gemiremos.

Es el momento de aquel encuentro. Sin prisa, nos excitamos con afán. El mismo beso que ya nos hemos dado es ahora diferente. Estamos fríos. Estamos calientes. Una copa de champagne refresca la ansiedad y acelera los sentidos. Tú y yo nos sentimos listos. Ya las prendas nos estorban. Nos queremos desnudar. Estoy bajando el cierre de tu vestido. ¡Por favor!- No me pidas la luz apagar.   

Contemplemos sin penas nuestras formas. El romanticismo no siempre es en la oscuridad.  Que nuestros labios besen lo que admiran nuestros ojos y estos se deleiten con lo que nuestras manos han de acariciar. Si nos gustamos tal y como somos, entonces esta cita no tendrá final. Y si por el contrario nuestros cuerpos la pasión no encienden, tú con otro y yo con otra, en esta cama debemos estar.  No me pidas que apague la luz. Al menos no toda. 
(Por Javier Suarez)

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