jueves, 17 de septiembre de 2009

"La niña, el buitre" y nosotros



Hubo una vez una fotografía que le dio la vuelta al mundo pero el mundo no dio la vuelta por ella, siguió "patas arriba".

"La niña y el buitre" imagen impactante captada en marzo de 1993 por el lente del fotógrafo sudanés Kevin Carter, cerca a un campamento de las Naciones Unidas, desplegado para asistir a los refugiados que huían de una salvaje guerra y hambruna en Sudán, Sudáfrica.

Luego de recibir en junio de 1994 el Premio Pulitzer por dicha gráfica y con 33 años de edad, Carter se suicida en su auto. Para unos, la muerte del fotógrafo es el resultado de una conciencia sumergida en el remordimiento. El no haber hecho nada para salvar a una niña en aparente agonía y esperar con cautela el momento ideal para la foto ideal, condujo a Kevin hasta el límite del sufrimiento. Pero una carta escrita por Kevin, deja al descubierto que el conjunto de escenas de muerte y miedo captadas por su cámara a lo largo se su tiempo como gráfico reportero, terminaron desgastando su esperanza y felicidad.

Para otros, es más morbosa y cruel la indiferencia ante los graves problemas. En el caso de "La niña y el buitre" resultó más fácil para sectores involucrados en esa triste realidad, señalar de inhumano al fotógrafo, que asumir la responsabilidad por la situación en Sudán.

Versiones posteriores describen que la niña de la foto no estaba agonizando ni el buitre esperando para desgarrar sus restos. El lugar de la fotografía es el área donde acudían a hacer sus necesidades fuera del refugio y el buitre sólo espera con paciencia que la menor le compartiera un poco de la mierda que el mundo a ella le regalaba con la indiferencia.

Si pudieras identificarte con algún elemento externo o interno de esa famosa foto, ¿cuál serías?- ¿ el buitre, el espectador, el fotógrafo o la niña?

Yo, en varias etapas de la vida he sido de todo lo anterior un poco. Buitre, sí esperando la caída de alguien indefenso para sobrevivir de su derrota, de su dolor. He sido ave de carroña en vez de poderoso halcón. El chisme es un buitre, el pesimismo lo es , lo mismo el egoísmo, la envidia, la mediocridad y la maldad también.

Espectador: ¡ Uffff! casi toda la vida. Ver y luego hablar es tan sencillo, pero observar y actuar, eso sí que es distinto. No puedo solucionar el problema del hambre en Sudán, pero al ver esa foto especial, lo mínimo que podía hacer antes de sólo compadecer, es dar gracias por los alimentos que a mi mesa llegan. Por las tierras de mi patria que aún se siembran, por los campesinos que la semilla riegan. En fin...etc.

El fotógrafo: Bueno por mi profesión y de vocación de periodista, la fotografía es parte de mi día a día. Pero en términos generales todos somos fotógrafos de guerra sin cámara en algún momento. Pendientes por la ventana del escándalo ajeno. Si en la calle hay un muerto con los sesos en el pavimento, el que más se horroriza es el que más quiere verlo. En fin...etc.


La niña: Caramba que algunos carroñeros han querido comerme hasta vivo. Otros han esperado como parásitos el momento para con los frutos de mis méritos alimentar sus egos o mediocre intelecto. En fin...etc.

La realidad de la vida no depende del ángulo de una fotografía, por impactante o no que esta sea, y aunque halla sido tomada con la más moderna cámara. Toda imagen debe ser primero revelada por el corazón y expuesta con amor, para que su mensaje sea verdaderamente positivo... ¡ digan güisquiiii!

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