jueves, 10 de septiembre de 2009

“Enterré a mi padre”


Sé que si cocino en casa me ahorraría unos dolaritos. Pero en la tranquilidad de mi hogar no me podría enterar de muchas cosas que pasan y de las que me entero sólo cuando desayuno, almuerzo o ceno en un restaurante popular. No es que sea chismoso pero es inevitable ignorar una historia contada en voz alta.
Junto a la mesa en la que me encontraba saboreando un exquisito… ¡Perdón! Lo que estaba comiendo no les importa, ¿ verdad?, ustedes no son chismosos, así que voy directo. En la mesa siguiente se hallaba una mujer de mirada triste. Parecía que la cuchara con sopa le pesaba arrobas. No lo decía pero su notable agonía era un grito desgarrador de auxilio.

Un hombre de muy buen porte y estilo cordial la saluda y sin perder tiempo le pregunta: ¿ Cansada o triste? – ella le responde, “ enterré a mi padre”. La nostálgica respuesta requería atención inmediata aunque la pregunta halla sido sólo por cumplido. El hombre simpático capta la necesidad de ser escuchada que tenía la joven desconsolada y se sienta a su lado. Entre tanto, mientras yo los oía también seguía devorando ese delicioso y suculento… en fin, este no es el tema.

Cuando el amable hombre le pregunta cómo pasaron las cosas, ella le respondió con lágrimas y una lista extensa de exclamaciones, entre las que recuerdo: “todo se me vino encima” , “me siento mal”, “ me vine de Colombia destrozada”, “no sé como la voy a pasar esta navidad”, “dejé a mi madre y a mi hermana sufriendo”, “aquí estoy totalmente sola, aburrida”, “no tengo apetito”, “mi fe se derrumbó. Le había pedido a Dios que sanara a mi padre”…etc. Mejor dicho aquella dama estaba más muerta que su padre, sólo que ella aún respiraba.

El hombre aprovecha un breve silencio de la chica y le dice: Es lógico sentir profundo dolor, pero convertirse en el dolor mismo no es prudente. Pudiste viajar y estar con tu familia en tan lamentable hecho. Con tu trabajo aquí pudiste ayudar a superar los costos médicos de la enfermedad del padre. Alguna caricia o quizás muchas recibiste de tu papá en un momento de alegría. Estos, son algunos de los motivos que tienes para recordar mejores cosas y vivir en esperanza más que en frustración. “Piensa únicamente en lo que quieres – no en lo que no quieres”. Siente alegría al imaginar que tu padre descansa. Ya deja de recordar los gritos de angustia en el cementerio o la figura enferma de tu padre en el hospital. No permitas que en la mente tu madre se refleje sufriendo. Cambia esa escena por una en la que la veas alentada, sonriendo. Ya deja de pensar que naciste para estar sola. Piensa que un buen hombre viene a tu encuentro y siente felicidad en ello. Con fe, se pueden mover montañas, sin fe, es muy probable que seas aplastada por ellas. La mente nunca descansa. Hay dos opciones: pensar en cosas que te hacen sentir genial o mantenernos enfocados en lo que nos produce rabia, miedo, vergüenza, tristeza, envidia..etc. Haz la prueba. Recuerda de tu padre las cosas que de él más te gustaban. Verás que saldrás así de esa tumba de lamentos interminables en la que hoy tienes sepultada tu vida. Si piensas en cosas tristes y a la vez te sientes triste, lo único que podrás obtener de ello es más y más tristeza.

Fue casi milagrosa, por decirlo así, la forma en la que cambió el semblante de esa mujer. Sus ojos brillaron un poco. Tenía la cabeza casi metida en el plato de sopa, pero terminó levantándola, y lo hizo para darle las gracias al apuesto caballero de palabras mágicas. “Dios lo bendiga” le dijo ella, y en verdad creo que fue así. La paz que produce el poder ayudar a alguien no puede ser otra cosa que una bendición Divina. No obstante, el guapo hombre le afirmó a la resucitada dama que ninguna palabra, ningún ejemplo surtiría efecto positivo o negativo en la vida de alguien, sin que ese alguien lo autorice con su mente y corazón. Aunque se interceda por la sanación, triunfo, alegría de una persona, cada cual es el dueño de su propia existencia, y si ese individuo cree que es un enfermo full time, así será siempre. 

Si el individuo piensa y se desvela angustiado pensando que es un ser fracasado, sin derecho a la prosperidad, así será. No habrá interseción alguna que lo salve.
“Quienes tenemos fe en Dios, en la energía positiva, en el Universo, en el Amor” podemos darnos el lujo de afirmar que todo tiene solución. Pero no puedes pedir consuelo cuando en lo único que piensas es en el sufrimiento. No puedes pedir una pareja ideal cuando no crees en el amor perfecto. No podrás experimentar los milagros que transforman tu vida, mientras insistas en cambiar la vida de los demás.
En fin… si aquella linda colombiana estaba esperando compasión y equivocada solidaridad con su depresión, por fortuna no fue así. Sé que por decisión de ella, mis palabras le mostraron un camino diferente. ¡ Sí !- mis palabras-, en realidad ese guapo caballero, amigable, cordial, simpático que se acercó a la triste dama era yo. Lo que pasa es que si no me alabo yo mismo, sino me consiento yo mismo, menos puedo querer que lo hagan los demás. Una vez que tú mismo te amas, las otras personas comienzan a amarte también.

Para todas las personas que han “perdido” a un ser querido, o que se encuentran en una situación muy difícil, les ruego que se concentren en lo que quieren y no piensen en lo que no quieren. Por otro lado para que este ‘Susurro” sea un chisme completo, les cuento que ese día yo me estaba comiendo, en el Restaurante El Carretero de la 35 y Bergenline, en Union City, New Jersey, un delicioso arroz con pollo, cuando quieran me invitan. ! suerte!

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