Discutir no es malo. Tampoco es bueno. Solo es un acto humano cuyas causas y efectos, se tornan positivas o negativas, de acuerdo a las emociones o sentimientos que genere en cada quien. El tormento podría estar en permanecer atascados en las emociones tristes, de dolor, de desilusión, de culpa, de queja, de remordimiento, de juicio, de crítica que hallan germinado o puedan florecer. El fin de una discusión muy emotiva no debe ser una cadena de sentimientos que debiliten el alma, con eslabones de dolor más fuertes que aquellos que probablemente la han creado, sino un caudal de liberación que deje ir en paz todo aquello que nos atormenta.
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