miércoles, 8 de octubre de 2014

Debo Cruzar… ¿ Y tú? Escucha a tiempo tus corazonadas. Tu alma no tendrá que decir ya es tarde


Prólogo del libro
La corazonada es un paso ideal para cruzar por el mágico puente del cambio y dejar atrás la hipócrita orilla de la rutina. En este punto de mi vida, justo cuando pensaba que ya era muy tarde para tantas cosas, he dado los pasos menos pensados por los demás y más anhelados por mi espíritu. Hoy soy más feliz que ayer. Y no importan las situaciones tristes por la que un alma encarnada atraviesa, porque cuando sin soberbia a Dios se le pregunta ¿Cómo puedo serte útil por medio de este dolor, de tal situación, de tal habilidad, acierto o equivocación? ¡Ufff! La respuesta del Creador llega milagrosamente de diversas maneras. 

Siempre habrán excusas para NO abandonar la conducta, el lugar, la relación, el trabajo, la ciudad, el pensamiento… Lo que sea que esté atascando nuestra felicidad en un pantano de miedo, conformismo, inseguridad, rutina. Muy jóvenes para…; muy viejos para…; muy bajitos, muy altos, algo feos; muy bellos; demasiado pobres; muy ricos; notablemente pecadores, públicamente muy santos… En fin, la lista de pretextos para no dar ese paso nuevo hacia lo nuevo, incluso hacia al vacío, nos hace habitar en una superficie que impide diferenciar un día de otro, un nuevo año del anterior; el nuevo romance del ex; un nuevo amanecer del que se tuvo ayer. 

De todas formas lo que menos se necesita ahora son aquellos incómodos sentimientos de culpa y aquel “me arrepiento” que sin fin nos hemos acostumbrado a decir. Arrepentirse sin cambiar o juzgarse sin perdonarse es demasiado tóxico para el espíritu. Como también se convierte en mortal veneno para el alma y el cuerpo, vivir sin un propósito. Creo que aquí viene la base de mucha frustración. No tener un propósito es básicamente nacer, crecer, reproducirse y morir. Sin experimentar virtudes celestiales como el amor, la paz, la humildad, la armonía; esa cosquillita interna que te hace decir con alegría… ¡Oh! Dios, gracias por este nuevo día. Por este anochecer, por este amanecer, por estos alimentos, por mi soledad, por mi compañía, por mi don, por mi cuerpo… etc. La lista también podría ser dulcemente infinita. 

Tener un propósito de vida. Saber con certeza porqué estamos aquí, nos ayuda sin duda a cruzar puentes hacia nuevas y positivas orillas. ¿Cuál es mí propósito? La respuesta podría llegar de acuerdo a la sinceridad del sentimiento con el que la hagas. Es más, puede estar frente a tu nariz por muchos años o reciente, sin que lo hallas notado, pues es probable que lleves mucho tiempo interesado en todo, menos en ser útil a Dios, a la humanidad. La respuesta puede ser tu habilidad personal, física o intelectual. Un deporte, un arte, un oficio, un don, Etc. Palabras más, palabras menos, el payaso debe hacer reír; el pintor debe pintar; el cantante no dejar de serlo; el escultor debe darle forma al mármol, al barro, al acero; el carpintero debe hacer muebles ; el poeta, escribir… Y cada quien en lo suyo gozar, disfrutar aquello que hace, experimentar paz ante eso y sobre todo sentir que le es muy útil a Dios y a su creación. Lo demás vendrá por añadidura. 

Comparto a continuación varias reflexiones e imágenes, algunas más cortas que otras, pero todas de alguna manera a lo largo de mi vida me han ayudado a cruzar el puente. Espero que a ti también. 
Jamás despreciemos una frase, una idea, una sugerencia, una imagen, por simple, por absurda que parezca. Tanto se originen en otras personas como en nosotros mismos. Estamos destinados a ser maestros y a la vez discípulos. Al ego se le miente pero al espíritu jamás. Paz en tu interior tendrás y esa será la señal para saber si debes cruzar el puente.

Por Javier Suárez
Adquiere el libro digital en Amazon

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No olvides dejar tu comentario