miércoles, 25 de febrero de 2015

"La hipócrita calma de un ser intranquilo"


De la misma forma que la ropa y el cuerpo, la mente y el corazón necesitan ser lavados. 
Como enorme mancha en nuestra mejor prenda se convierten en nuestras vidas algunas experiencias: el miedo al futuro, el remordimiento por el pasado, la desconexión con el presente; el afán de querer mostrar nuestra soberbia, la letal apariencia, el arrogante orgullo, la hipócrita calma de un ser intranquilo, el falso abrazo de quien rencor siente. La constante lloradera de quien motivos para reír tiene. La frecuente carcajada de quien por dentro gran dolor padece y a gritos en silencio ayuda clama. La necesidad de imponer la propia razón, la insaciable sensación de que aun tenerlo todo, no es suficiente; El rechazo al tiempo frente al espejo, insistir en aquello que paz no ofrece, la rutina en el romance y en el trabajo, la adulación exagerada como muestra de amistad, la intensa vida social para eludir la responsabilidad que trae la soledad, la fría soledad para evitar la cálida comunicación con lo demás; Buscar llenar vacíos en sí mismos con cualidades ajenas o aumentar abismos propios con los errores de los demás; Idealizar a alguien para luego destrozarlo por no ser lo que uno quiso que fuera. Gritar que se tiene fe al mismo tiempo que se tiembla al pensar en la muerte.

Oh Dios, terco he sido al dejar manchar mi alma de tóxicos hábitos. Manchas son, no por lo que los demás afirman sino por los sentimientos que en mi corazón generan. He mantenido pensamientos, conductas y el ego que de la paz me alejan. He aplaudido procederes venenosas ajenos solo por con conveniencias propias e ingenuas. He criticado más por envidia que por enseñanza. He adulado mucho más de lo que he admirado. He deseado tanto como la pasión lo indica y mucho menos de lo que el amor reclama. 

Pero no estoy hecho de tela sino de espíritu. Y si me esfuerzo por quitar la mancha en mi jean, y el sudor en mi piel, lo seguiré haciendo también por lavar toda infelicidad de mi mente y de mi ser. Remojando mi humilde y divino existir, en el perdón, en la gratitud y la esperanza que ofrece día a día la grandeza del universo. 

Por Javier Javier A Suarez M​

Por si acaso..
Cuando alguien hoy te salude mira con sinceridad sus ojos. Descubre en tu mirada y en la de esa persona, en qué nivel de tal situación se halla la verdad o la hipocresía. Deja ir al en paz al farsante, incluso si el falso eres tú. No retengas su mano o abrazo. No insistas en tu adulación o fingida sonrisa. No le robes a la vida segundos, minutos u horas para actuar como impostor o cómplice de uno. La libertad es más agradable de lo que creemos. Es un quita manchas genial.

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