jueves, 5 de mayo de 2011

"Madre"…Cada vientre una historia diferente


(Por JS)
No hace mucho tiempo … ¡Ok, ,ok!- mejor comienzo esta historia con la verdad. Varios,  varios años atrás una hermosa joven de 17 años de edad despedía su adolescencia saludando la maternidad. Su pobreza no le permitió ni con muñecos, ni con muñecas jugar a la mamá. Pero la inexperiencia le concedió  un bebé de verdad. Muy hermoso, muy simpático, muy tranquilo, según lo que ella suele contar.

Cada vientre es una historia diferente. Por estos tiempos  que celebramos en muchos lugares el día de la madre, les cuento la historia de la mía. Y como prometí contarla sin mentiras, debo confesar que lo de hermoso, simpático y tranquilo, son más maternales calificativos que una cierta realidad.

En la autoría de mi vida nada tuvo que ver el  Espíritu Santo. Además de la bonita Lucila, un joven de 19 años  puso algo más que su granito de arena. Pero ese amor es otro cuento que luego les cuento. Aunque si mi padre fuera el tema, mi apellido es lo más amplío que sobre él podría narrar. 

Fue muy difícil que mis abuelos maternos aceptaran que en el vientre de la adolescente una personita estaba creciendo. Los padres de mi madre son parte de mis más bellos tesoros, y yo, su primer nieto, también soy parte de los de ellos. Pero antes de convertirme en un nieto consentido, mi madre fue expulsada de la casa con vientre incluido.

Desterrada del hogar, la joven se hospedó en una casa antigua dentro de una antigua área escolar. El amor que por mi progenitor ella sentía le ayudada a soportar. Soportar el hambre, la pobreza, el miedo, la soledad. Parecía que yo nacería en una especie de clandestinidad. Llegó entonces el día en que la traviesa Lucila, sintió que en su barriga mal atravesado su hijo venía. Los dolores de parto se extendieron por tres días. Mis jóvenes padres enfrentaban con temor la consecuencia de una anterior decisión. Aunque Lucilita siempre mostró alegría y expresó gran amor, por el hijo que pateaba su barriga sin compasión. Y no porque fuera un bebé complicado. Complicado era, que el cordón umbilical se me estaba enredando.

Fue una de mis tías, otra de ese grupo de chicas bellas, que visitó a mi madre justo en el instante que le dolían hasta las cejas. Corriendo la tía fue a avisarle a mi abuela. Y aunque todavía estaba enojada, al auxilio de mi madre también corrió mi linda vieja.  Y su ayuda llegó a tiempo. Percibió que yo me podría estar ahogando y se convirtió en  partera. Pujó mi madre hasta el cansancio y nací entonces en brazos de mi abuela.

Desde entonces, pocas veces volví a saber de mi padre y el día de la madre es también mi fecha. A Dios doy gracias por tener una tan buena. 
De mi parte, oraciones y aplausos para la tuya. 
¿… Y tu historia?  

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