Tengo mis manos limpias y mis dedos secos. El pulgar de mi mano derecha apunta a tu boca como suave flecha. Su yema a la puerta de tus labios toca. No te demores... abre y besa, chupa y roza. Que la falange media ingrese a tu mojada cueva. Y sin dejar dolorosa huella, pero sí con suaves mordiscos, a mi dedo le digas que me darás lo que te pido. (JSuarez)
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