miércoles, 7 de mayo de 2008

Carta de un suicida con palabras de vida


Quien quiera que seas, recibe de mí un cariñoso saludo en este hermoso día. ¡Sabes!... He decidido quitarme la vida. Por favor, no le pongas rostro o edad a mis letras, ni nacionalidad a mi tristeza. No sientas hacia mí rabia, desilusión o pena. No sé cuántos minutos, cuántas horas, cúantos meses  transcurran desde mi muerte hasta el hallazgo de esta misiva. Aunque a mi cuerpo le hallen deteriorado, sentirás que mi corazón, por medio de mis letras aún palpita. 


Afortunado o desafortunado, tú que has tropezado con estas líneas. Pueda que en ellas encuentres por medio de un suicida, consejos importantes para amar la vida. No conviertas tu lengua en un misil de calumnias, úsala para tragar saliva. La envidia nunca es buena, ni al despertarla ni al sentirla. Deja para mañana lo que puedas hacer mañana, pero el hoy vívelo sin las nostalgias del ayer.  Evita contagiar tu gripa y transmitir una amargura infinita. Quéjate de un intenso dolor de muelas, pero muy poco de tu trabajo, mejor renuncia. Recuerda siempre que eres útil pero no indispensable. Afirma que eres grande, pero no tanto como para que los demás necesiten levantar sus cabezas para mirarte. Huye de un incendio, pero no corras de ti mismo. Cuando te burles de esta carta o de alguien más, hazlo pero frente a un espejo. Guarda silencio y de una vez por todas escucha a Dios, El nunca ha dejado de hablar. Evita todo pensamiento que no brinde alegría. Calla toda palabra que no cuente la verdad. Esquiva todo sentimiento que sin amor esté surgiendo.


Sobre todo lo anterior y mucho más, reflexioné mientras mi vida se extinguía. Sin tiempo ya para volver atrás. Sólo con breves instantes de fuerza para escribir lo que ahora lees. No obstante antes de morir saciaré tu curiosidad. Te diré como me quité la vida: Me senté tranquilamente al pie de un ..."


Lo siento amigo lector, pero al igual que tú, yo me he quedado sin saber como él o ella se suicidó. Cuando el viento trajo a mis pies esta carta, el agua y el polvo habían borrado sus últimas líneas. Quien la escribió me ha regalado con su muerte un mensaje de vida. A Dios le ruego que esté descansando en paz. 


Por Javier Suarez

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