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| Foto AP |
Por Javier Suárez (Js)
De trochas empantanadas a calles destrozadas. De amenazas de fusilamientos a la intimidación de los atracos. De alimentos precarios a una canasta familiar costosa. De discursos comunistas en camuflado a demagogias en corbata. De corredores y cultivos de droga a zonas de distribución y consumo. La libertad no se encuentra fuera o dentro de una selva, sino en el corazón de los hombres que las transitan. Bienvenidos de nuevo a sus hogares, sea como sea que los hallan encontrado. Bienvenidos de nuevo a sus ciudades, sea como sea que las encuentren. Bienvenidos de nuevo a sus trabajos, sea como sea que allí los traten. Y cuando toda esta fiesta pase, y la prensa, los políticos, los vecinos se alejen, no se dejen devorar por la selva urbana, como tampoco lo pudo hacer la natural. Ruego al Cielo que tan ruda experiencia que les ha tocado vivir les guíe con humildad hacia la verdadera libertad... la espiritual. Así, serán ustedes, los ex secuestrados, quienes nos rescaten de los afanes, las envidias, los odios, la corrupción de nuestra sociedad "libre".
Anexo artículo publicado en el diario El Tiempo de Colombia:
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