Recuerdo cuando empezaste a explorar a mi lado algunas aventuras que el mundo te ofrecia, como aprender a montar sin ayuda la bicicleta azul que tenías. Atenta escuchabas mis palabras. Mis consejos fueron importantes para tu éxito aquel día.
En menos de una hora ya montabas sin apoyo tu nueva bici, aquella que te compró la "abue" tutila. Querías experimentar triunfo y lo conseguiste. Pedaleabas con seguridad mientras escuchabas las voz de papá que sudando detras de ti corría... !Animo pulguita! ¡No mires hacia atrás! !Frena un poco, frena suave amor! !No tan rápidoooooo hija mía!!!
Estabas pequeña corazón. Me escuchabas más de lo que me escuchas hoy. ¡Bueno! aún no usabas tu teléfono BlackBerry y muchos menos el Facebook. Pero aquel día que aprendiste a montar sin ayuda tu bici, fue una prueba del trabajo que se hace en equipo y con amor. Mis palabras te orientaron con experiencia y tu me oiste con sincera atención.
Padres e hijos, en familia o separados, jamás deben permitir que el trabajo en equipo se terminé. Por eso hija mía, nunca dejes de escucharme aunque no quieras oirme.
Te quiere... papá.
POr (JS)
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